sábado, 18 de diciembre de 2010

EL LIBRO DE UN ASTRO

Se han hecho públicos algunos fragmentos de la autobiografía de Ricky Martin llamada “Yo” (“Me”), que sale hoy a la venta a nivel Mundial. El adelanto confirma que el libro cuenta con revelaciones sorpreendentes sobre la intimidad del astro boricua que hacen que tengamos ganas de más y de comprar el libro para conocer todos los detalles y secretos de la vida del cantante. El libro se podrá adquirir en versión en español o en inglés, además de audio libro.
Ricky Martin declaró “Escribir este libro me permitió explorar los diferentes caminos y experiencias que me han llevado a ser quien soy hoy. He tenido que atar cabos sueltos que nunca antes había intentado unir y trabajar profundamente en las memorias que ya había borrado de mi mente”. Aclaró entonces que no fue fácil, pero que una vez que empezó se dio cuenta “del increíble proceso de cicatrización que había comenzado” y de su deseo de compartir sus vivencias personales con todo su público a través de Yo.
“Espero que lo disfruten. Mi gente, gracias por el apoyo”, expresó en referencia a su libro este lunes a través de Twitter. Ricky Martin presentará Yo en una librería en su natal Puerto Rico.
Yo está editado por Celebra, división del grupo editorial estadounidense Penguin, que a través del editor Ray García adquirió los derechos mundiales de las memorias de la estrella puertorriqueña.
El primer amor gay
“Nos conocimos en una estación de radio y desde el instante en que nos vimos fue un encontronazo de almas, por lo menos de mi parte. Yo estaba de viaje fuera de Los Ángeles y fui a la estación para hacer una entrevista. Apenas abrí la puerta del estudio, me encontré de frente con la mirada más hermosa que jamás haya visto. Era un tipo muy guapo, claro, pero yo había visto muchos tipos guapos en esta vida. Éste tenía algo especial, muy especial, y de inmediato fue como un imán que nos atrajo el uno al otro. Como si ya nos conociéramos de mucho tiempo atrás. Él me entrevistó para su programa y durante la entrevista yo me decía: “¿Estoy sintiendo vibra de su parte o son ideas mías? Si es verdad lo que estoy sintiendo, pues aquí voy sin miedo”. En un momento mientras yo contestaba una de las decenas de preguntas tontas que me estaba haciendo (luego me confesó que las preguntas eran tontas porque no sabía qué más preguntarme de lo nervioso que estaba), me quedé mirándolo fijamente y cuando vi que él no bajó la mirada… ¡BUM! Me confirmó lo que estaba dudando. Intercambiamos teléfonos. Como yo estaba en ese momento en su ciudad, él comenzó a venir a visitarme al hotel y nos pasábamos horas y horas hablando de cualquier cosa. Ambos éramos fanáticos de la música, la literatura, el arte, y así se nos pasaba el tiempo hablando de una cosa y de otra. En un momento yo le enseñaba de música mientras él me hablaba de literatura, y luego a lo mejor se invertían los papeles. De inmediato tuvimos una conexión increíblemente poderosa, una química física e intelectual, estábamos en la misma frecuencia.
 Así duramos el tiempo que duró mi visita a su ciudad, y durante ese tiempo prácticamente no nos separamos. Él en las noches se iba a trabajar en la radio y yo me quedaba en la cama escuchando su voz mientras él me tiraba mensajes sutiles a lo largo del programa. Fue algo muy especial, sobre todo porque yo siempre había sido el conquistador, el predador, el que iba y buscaba a la otra persona y le tiraba una flor o un piropo; tanto con mujeres como con hombres, yo siempre había sido el que acechaba primero.
 Honestamente, nadie nunca me había mandado mensajes subliminales por la radio en vivo. Fue bastante original, y muy romántico. Durante el día yo me desdoblaba en mil maneras para cortejarlo, pero en la noche él contraatacaba en la radio. Sin que nadie más se diera cuenta, nadie más que yo, ponía ciertas canciones y decía ciertas cosas que sólo a mí me llegaban, que sólo yo podía comprender. Me gritaba su amor por la radio, pero lo increíble, lo poderoso, lo magnífico y devastador a la vez, era que sólo yo lo podía escuchar.
 Luego de aquel tiempo compartido yo me regresé a mi casa pero seguimos a distancia durante un tiempo. No era fácil porque la mayoría de los fines de semana uno de los dos tenía que subirse a un avión y viajar horas para ver al otro. Pero me gustaba mucho. Una vez hasta le propuse dejarlo todo para que nos fuéramos juntos a vivir a algún lado… a donde fuera, a Asia, Europa. Éramos jóvenes y yo de verdad pensaba que lo mejor sería dejarlo todo e irnos a vivir juntos. No me importaba ni mi carrera, ni tener que decirle al mundo entero que era gay, no me importaba nada.
 Pero él no quiso. Y así me lo dejó saber:
 -Tú tienes tu misión muy clara, Ricky; está clarísima. Tú mueves masas, tú llegas a la gente, tú estás mucho más desarrollado que yo para alcanzar lo que deseas hacer con tu vida. A mí me falta mucho, y si en un futuro algo pasa, tú vas a achacarle lo negativo a esto, a mí, a que yo te detuve… Yo no puedo permitir que eso suceda.
 En aquel momento sus palabras me conmovieron muchísimo, pero intenté decirle, de todas las maneras posibles, que lo intentáramos. Pero no hubo caso. Y en últimas creo que fue muy sabio de su parte. Hoy en día creo que él simplemente no estaba listo para la relación que yo quería tener con él.     Quizás yo lo quería más que él a mí, o tal vez él todavía tenía que encontrarse en muchos aspectos. Quién sabe. Pero sea cual sea la razón, nos sacudimos el uno al otro; dejé de temerle a mi sexualidad, y estaba dispuesto a afrontarla y anunciársela a quien fuera. Incluso fue por ese amor que yo le dije a mi madre lo que me pasaba, pero fue ya al final de la relación, porque ella notó que yo estaba triste.
 -Kiki, ¿tú estás enamorado? -me preguntó.
 -Sí, mami, estoy enamoradísimo -le respondí.
 -Aaaah -me dijo-. ¿Y estás enamorado de un hombre?
 -Sí mami, es un hombre.
 Pero cuando terminó la relación, me convencí de que quizás ése no era mi camino. Me dolía el alma: me sentía rechazado, solo, triste. Tanto dolor no parecía natural, entonces mi instinto fue reaccionar y autoconvencerme de que estar con hombres era un error. Así que me encerré aún más en mí mismo y volví a salir con mujeres con la esperanza de que en una de ellas por fin encontraría el verdadero amor. Aunque mi instinto es pensar lo diferente que habría sido todo si hubiera decidido asumir mi sexualidad en esa época de mi vida, en realidad me doy cuenta de que no sucedió porque simplemente no era mi momento y todavía me faltaban muchas cosas por vivir antes de llegar a ese punto.

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